Acaso son estas calles que gritan silencios perturbadores en la oscuridad de la noche las únicas capaces de retratar la substancia de la cual estamos compuestos; aquellos trazos cardinales constituyentes de esto que perdura y trasciende lo concreto, y por lo cual somos recordados por los demás. O es que somos tan grandiosos y brillantes como para poder describir nuestra naturaleza individual desde todas las potenciales proyecciones emanadas por nosotros y acogidas por otros. Pensar que sí es posible tal acción está más cerca del despropósito que de la soberbia. La dicotomía entre lo que existe, lo que pretendo que exista y lo que crees que existe es irremediable.
No somos uno. Nuestra realidad la componen las visiones abstractas de uno mismo y de quienes nos importan, no la idealización y autoreferencia de vanidades sin objeto.
Si me preguntan lo que soy, diré esto: me fundo en la imagen que tienes de mí al leer estas palabras, la impresión de quienes amo y de quienes me aman, porque lo que yo creo ser carece de relevancia si no soy capaz de proyectarlo.
En ese sentido, las acciones que realizo son consecuencia de esto último, desvaneciéndose al contacto con el viento y este, a su vez, roza y estimula las calles haciéndolas gritar silencios perturbadores, y que tal vez son las únicas en decirnos quién realmente somos.
No somos uno. Nuestra realidad la componen las visiones abstractas de uno mismo y de quienes nos importan, no la idealización y autoreferencia de vanidades sin objeto.
Si me preguntan lo que soy, diré esto: me fundo en la imagen que tienes de mí al leer estas palabras, la impresión de quienes amo y de quienes me aman, porque lo que yo creo ser carece de relevancia si no soy capaz de proyectarlo.
En ese sentido, las acciones que realizo son consecuencia de esto último, desvaneciéndose al contacto con el viento y este, a su vez, roza y estimula las calles haciéndolas gritar silencios perturbadores, y que tal vez son las únicas en decirnos quién realmente somos.